Anoche tuve la oportunidad de asistir nuevamente a Cinestesia-Bar, para disfrutar de la proyección con todos los hierros de la película de Katsuhiro Otomo, Akira. Voy decir pocas cosas, para empezar,
los 25 años de Akira no son nada, es como si la película hubiese
sido estrenada ayer, además, cada detalle de la animación me
hace pensar que no hay nada como el cuadro por cuadro y el dibujito
hecho a mano, explotación de los ilustradores, pero un gran arte
(quién dijo que los artistas no sufrían de eso).
Aunque reservaré para mis adentros los
comentarios políticos de una “proyección” de este filme en la
actualidad, debo añadir que el tinte apocalíptico, ese empeño en
mostrar qué sería después del “fin del mundo” sin importar qué
pasaba en 1988, tiene mucho que ver con aquello que les dio por
llamar el Y2K, fin de milenio y demases (la de esta década fue la predicción de los Mayas).
Uno de los detalles que más me llamó
la atención esta vez, es el de la rocola de cds, algo así como los
caseticos que escuchaba Alex De Large en la maravillosa Naranja, debo
haber visto una vaina de esas por primera vez allá por el 2002 y en
las europas.
Finalmente, sin Akira no hubiese
existido Dragon Ball, la magia de sus detalles nos lleva a
repensarnos Matrix, un cine sin vampiros y con esa dura carga de
haber sufrido el ataque con dos bombas atómicas, la entropía, la
energía, la inocencia y lo incontrolable de ciertos poderes:
“Las amebas no hacen motocicletas, ni
bombas atómicas”.
Cinestesia es TODOS los jueves en Río Teatro Caribe, en mi cuasi natal San Malandrino.